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viernes, marzo 14, 2025

Wilson Manyoma: El Teso llamado «Saoko»

La periodista colombiana, Andrea Barraza Cabana, comparte con toda la comunidad salsera, un fragmento de su libro «Saoko: Biografía de Wilson Manyoma, leyenda de la salsa», como homenaje al cantante tras su fallecimiento.

Dos meses antes de su fallecimiento, le fue entregado a «Saoko» de manos de su autora, el libro oficial como protagonista de la historia de la salsa en Colombia, dejando un gran legado musical. El texto hace parte del capítulo “Los Tesos” donde se encontrarán anécdotas e historias que poco se saben de Wilson Manyoma.

El Teso llamado «Saoko»

Para 1973, la necesidad de conformar la orquesta y cambiar la historia de la música no podía esperar más. En Medellín, la noticia corría de boca en boca: se estaba formando la mejor orquesta de salsa que jamás hubiera existido en Colombia. Aquellas noticias llegaron hasta Cali, donde fueron escuchadas por Dagoberto Gil, un agente del F2 que se encargaba de comercializar los discos de salsa que llegaban desde Nueva York al puerto de Buenaventura.

Dagoberto, pieza clave en esta historia, era amigo y confidente de Wilson Manyoma. Al enterarse del naciente proyecto musical en Medellín, no dudó en convencer a su amigo de que debía presentarse a una audición. Pero Wilson, en ese entonces, no solo era un joven cantante con talento innato, sino también un apasionado del fútbol que había sido invitado a Bogotá para una prueba con Millonarios. En su interior, todavía no tenía claro qué camino seguir.

Sus hermanos lo ayudaron a decidir. Le aconsejaron que viajara primero a Medellín y, si no era seleccionado, aún tenía la opción de ir a Bogotá a intentar una carrera en el fútbol. Así, sin mayores expectativas, pero con la promesa de una oportunidad, Wilson hizo su maleta y emprendió el viaje.

Rumbo a Medellín

Dagoberto tuvo que pedirle permiso a doña Esneda, la madre de Wilson, pues él aún no cumplía la mayoría de edad. Aunque vaciló por un momento, finalmente aceptó. “Ya es momento de que se gobierne solo”, dijo con resignación.

Montados en un bus de la Flota Magdalena, atravesaron la noche en un trayecto largo y silencioso. Para Wilson, ese viaje era un salto a lo desconocido. Hasta entonces, no estaba seguro de que tuviera el talento suficiente para ser la voz de una orquesta de primer nivel. Su futuro parecía estar más ligado al balón que al micrófono.

Cuando el bus llegó a Medellín al mediodía, no hubo tiempo que perder. Se dirigieron de inmediato a Discos Fuentes. En la entrada del edificio, mientras preguntaba por Fruko, Wilson llamó la atención de Rafael Benítez, timbalero de la agrupación, quien lo observó con curiosidad. “Era un pelado flaco, con afro, que vestía un pantalón con parches del Pato Donald y Mickey Mouse”, recordó Rafael. Al saber que venía a audicionar, lo condujo hasta el estudio donde estaba Fruko.

Encuentro con Fruko

Wilson recuerda con precisión el instante en que cruzó la puerta del estudio por primera vez. Fruko, sentado al piano, le dio la espalda cuando Dagoberto irrumpió en la sala. Sin preámbulos, el maestro lo miró y le dijo:

—Cántese algo.

Wilson, aún con la incertidumbre de estar en el lugar correcto, cerró los ojos y, sin dudarlo, interpretó Tú sufrirás, una composición propia. La había escrito para una muchacha que le rompió el corazón, pero el recuerdo de aquella historia permaneció siempre como un misterio. “No puedo contarla”, dijo décadas después entre risas, “por miedo a las represalias de los hermanos de esa mujer”.

El impacto fue inmediato. Fruko quedó impresionado por la voz profunda y poderosa de Wilson, con un tono bajo, varonil, lleno de nostalgia y sabor a barrio. “Es un cultor de Ismael Rivera”, pensó al escucharlo.

Esa noche, Wilson y Dagoberto durmieron en un hotel pagado por la disquera. Al día siguiente, regresaron al estudio para una prueba con toda la orquesta. Cuando llegaron, se encontraron con una sorpresa: la canción ya tenía música. Fruko había pasado la noche trabajando en los arreglos.

El sueño cumplido

Wilson no lo podía creer. Allí, frente a él, estaban los músicos listos para grabar. Fruko en el piano, Mario Rincón en la consola y toda la orquesta expectante.

Cantó una y otra vez hasta que todos estuvieron de acuerdo en que la canción estaba lista. Aquella misma noche, llegó Joe Arroyo al estudio. Era el cantante principal del disco, pero al escuchar la voz de Wilson, en lugar de mostrar recelo, lo felicitó y le dio la bienvenida.

Así nació el Wilson Manyoma, el cantante, aunque aún le faltaba un detalle: el nombre artístico.

Los directivos de Discos Fuentes insistieron en que necesitaba un apodo, como era costumbre en el mundo de la salsa. Wilson llamó a su hermano Henry, quien le sugirió “Saoko”, inspirado en una bebida de ron con coco que tomaba Benny Moré y que, según el legendario cantante, le daba la energía para darlo todo en el escenario.

El nombre fue aprobado de inmediato. En ese momento, en una sala de grabación de los estudios de Discos Fuentes nació para el mundo Wilson Saoko.

Con el disco ya grabado, Wilson firmó un contrato con la disquera, le pagaron por su trabajo y lo mandaron de regreso a Cali en avión. No hizo muchas preguntas y se fue contento por haber grabado su primer disco. Pocas semanas después la prensa de Cali anunció al nuevo cantante de Fruko y sus Tesos. En ese momento cayó en cuenta que su vida no sería igual. Ver su nombre en la carátula y escuchar su voz reproducirse en un disco, solo lo había visibilizado en el más remoto de sus sueños.

Texto by Andrea Barraza Cabana (Fragmento del Libro Saoko: Biografía de Wilson Manyoma, Leyenda de la Salsa)

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